Elogio de la Tolerancia
Alarmados por el crecimiento de la intolerancia y sus manifestaciones de racismo, xenofobia, antisemitismo, islamofobia y otras expresiones de odio y discriminación, diferentes organismos internacionales reaccionarían, como fueron Naciones Unidas que proclamaría en 1995 el Año Mundial por la Tolerancia y la UNESCO que aprobaría una Declaración e instituiría el 16 de Noviembre, aniversario de su constitución, como Día Mundial por la Tolerancia. Momentos de movilización general que no continuaron y no se tradujeron en instrumentos políticos y legislativos. En esta Declaración, los jefes de Estado y de Gobierno, apostaron por defender este principio como un valor esencial de la convivencia democrática, reclamando que no se confunda con la noción de permisividad y precisando que la “Tolerancia es el respeto, la aceptación y el aprecio de la riqueza infinita de las culturas de nuestro mundo, de nuestras formas de expresión y medios de ser humanos. Fomentan la Tolerancia el conocimiento, la apertura de ideas, la comunicación y la libertad de conciencia. La Tolerancia es la armonía en la diferencia y no sólo es un deber moral, sino una exigencia política y jurídica”.
La Academia Universal de la Cultura constató el peligroso avance internacional de la intolerancia, ya sea racial, religiosa, sexista o cultural, su penetración y su papel estimulador del odio y en un Fórum Internacional analizó a fondo el problema y su dramática expresión en Europa, marcada históricamente por una idea de “intolerancia institucionalizada que explica los campos de concentración, los hornos crematorios, el suplicio del garrote, los osarios, las deportaciones, los gulags y el confinamiento”. En verdad que la historia nos proporciona un sin número de ejemplos. “La intolerancia individual y colectiva se conjugaron para dar origen a la Inquisición, las guerras de religión, genocidios, purgas totalitarias, fascismo, integrismo, etc.” afirma la Academia.
Elie Wiesel, superviviente de Auschwitz y premio Nobel de la Paz, en su texto introductorio del Forum afirma que la Intolerancia “no es solamente el vil instrumento del enemigo, sino que ella es el enemigo mismo”. Es la antesala del odio y la violencia e insiste en que tanto la intolerancia como el fascismo conducen inevitablemente a la humillación del prójimo y con ello a la negación del ser humano y sus posibilidades de desarrollo. Las manifestaciones de Intolerancia consagran como valor común, no a la persona con sus propias y diversas identidades, sino a la propia identidad enfrentada a la de los demás a quienes no acepta y niega respeto y aprecio. Es el denominador común y se presenta vinculada a manifestaciones de odio racial, nacional, sexual, religioso u otros comportamientos que discriminan, segregan, agreden o incitan a ello, a grupos, minorías o personas por el hecho de ser, pensar o actuar de modo diferente. Cuando la Intolerancia se transforma en un hecho colectivo o institucionalizado, socava la convivencia, los principios democráticos y supone una amenaza a la paz mundial.
Pero ¿cómo se puede combatir la intolerancia? Se sabe cómo enfrentarse al fascismo porque constituye un sistema, una estructura, una voluntad de poder y hay que desenmascararlo, rechazarlo, repudiarlo, excluirlo de las sociedades democráticas. Sin embargo, como afirma la Academia, con la intolerancia es más complicado por ser sutil, por ser una disposición común que anida potencialmente en nosotros y porque es difícil identificarla y detectar sus rasgos. La alimenta el prejuicio y ya decía Einstein “es más difícil neutralizarlo que dividir un átomo” pero lo grave, como señala la Academia, es su ductilidad porque la intolerancia no forma parte de un sistema, de una religión, ni de una ideología, sino de la propia condición humana, estando presente en cada uno de nosotros, penetrando con una profundidad mayor que cualquier ideología, encontrándose en el origen mismo de fenómenos de índole distinta.
La actual crisis económica esta posibilitando la difusión de prejuicios y tópicos de quienes alimentan la xenofobia, difundiendo discursos de intolerancia, muy peligrosos en campañas electorales, que dañan la convivencia democrática, la cohesión social y la integración intercultural. Muchas de esas infamias se difunden abiertamente en Internet alimentando el odio, además se celebran conciertos racistas, manifestaciones con expresiones y gritos abiertamente xenófobos, campañas de propaganda que violan la dignidad y derechos de inmigrantes, minorías y del conjunto de la sociedad, cuando no nos vemos sorprendidos por ataques a sedes de partidos de izquierda, asociaciones culturales y organizaciones sociales. A todo ello hay que añadir las agresiones a personas que en algún caso han producido irreparablemente un homicidio.
La ley de Igualdad de Trato, compromiso del Gobierno de España, es una oportunidad para responder integralmente a la discriminación y al odio, siempre y cuando se recojan medidas de apoyo a las víctimas, se creen de Fiscalías de Delitos de Odio y Discriminación para todas las Comunidades Autónomas y una reforma del Código Penal que sancione la incitación y no permita espacio alguno de impunidad, situándonos en los mandatos internacionales de luchar eficazmente contra el racismo, la xenofobia y la intolerancia. Todos juntos, podemos.
Esteban Ibarra
Presidente de Movimiento contra la Intolerancia
(Artº publicado en el Diario Público.16.11.2010)