Populismo Xenófobo y Racismo Criminal en Europa
Cumplidos más de cuatro años desde el inicio de la crisis económica podemos confirmar los malos augurios para la Europa democrática que preveíamos desde su comienzo. El aumento de la intolerancia es un hecho de elevada gravedad, no solo por sus consecuencias en términos de violación de derechos humanos, discriminación y crímenes basados en el odio con la consiguiente ruptura de la convivencia y paz social, sino por su tenebrosa proyección de futuro, de la que algunos grupos extremistas hablan alentando conflictos sociales de carácter racial y religioso, como nos confirman los continuos sucesos en numerosos lugares europeos basados en la xenofobia, el antigitanismo, la islamofobia y el antisemitismo . Resulta pertinente señalar, como afirma el Observatorio Europeo de Fenómenos Racistas y Xenófobos, que el miedo a todo lo relacionado con el Islam tras los atentados del 11 de septiembre ha aumentado de manera considerable y en Europa se ha traducido en un aumento de los ataques contra los inmigrantes, en particular hacia los magrebíes. Como indica el informe, en general se ha producido un «recrudecimiento de las hostilidades y un incremento de los ataques verbales y físicos hacia musulmanes tanto en grupos como de forma aislada», en un nuevo fenómeno denominado «islamofobia».
La ofensiva xenófoba se está produciendo en todos los países de la Unión y más allá de sus fronteras, el ultranacionalismo causa más estragos aún en una Europa del Este que lamina a sus minorías y se auto-modela sin espacio alguno para el reconocimiento de los derechos humanos. La intolerancia con las minorías étnicas, sociales, religiosas y culturales se normaliza. El populismo xenófobo antieuropeo en sus diversas variantes crece en el continente, revierten los avances democráticos conquistados en el siglo anterior, la globalización al servicio de los intereses financieros internacionales destruye conquistas sociales, los valores democráticos reciben el mayor ataque conocido desde distintos fundamentalismos y emerge una violencia neofascista, con expresiones terroristas, que conmociona a la sociedad. Mientras tanto, los proyectos europeos de consolidación y avance democrático no se vislumbran, el estado del bienestar entra en crisis de malestar, la inestabilidad política al albor de los “mercados” se vuelve cotidiana y los colectivos vulnerables que son los que más sufren, padecen una triple agresión, bien al ser percibidos como útiles cosificados como en el caso de los inmigrantes (también trabajadores y jóvenes), de usar y tirar según perciba el “mercado” y su necesidad de fuerza de trabajo, bien como chivo expiatorio de todos los males y amenazas culturales o religiosas, como hace percibir en el caso de los musulmanes, o bien como quiste étnico asumido como indeseable y expulsable, pues así lo padecen los gitanos que nuevamente sufren los pogromos; todo ello sin olvidar a otros colectivos como los homosexuales a quienes señalan como responsables de la ausencia de normalización bipolar sexista que permita una reproducción de la fuerza de trabajo acorde con la dinámica de acumulación de capital que exige el momento, así como a las mujeres, cuyas conquistas sociales y su papel en el mercado de trabajo proceden a revisar. En síntesis: avanza el populismo xenófobo, se extiende la intolerancia hacia la diversidad étnica, religiosa y cultural, el discurso de odio galopa en internet y se hace notar un neofascismo criminal con botes de terrorismo racista, mientras Europa calla indolente, sus ciudadanos permanecen en estado de shock y la auto organización social brilla por su ausencia.
1.- Expansión del populismo xenófobo en Europa
Tras un largo periodo de asentamiento, cuyo final podríamos situar en la caída del muro de Berlín (1989), una de las líneas estratégicas de la ultraderecha europea va a emerger con fuerza en casi todos los países. El éxito histórico de LePen en Francia (Front Nacional) en abril de 2002, con 6 millones de votos (20% del electorado), confirmaba la valoración de amplios sectores sociales hacia posiciones ultranacionalistas xenófobas que convertían a los inmigrantes en un peligro nacional de múltiple dimensión, laboral (paro), de seguridad (delincuencia), de bienestar (agotamiento de los servicios sociales) o cultural y religiosa (diversidad). LePen No estaría solo, Haider en Austria, liderando el FPO (Partido de la Libertad) alarmaría a la Unión Europea y pese a su fallecimiento y división de voto con BZO (Unión por el Futuro), la extrema derecha austriaca presentaba una acumulación de voto cercana al 30% del electorado. En Italia, Berlusconi, con su populismo singular, se aliaría a la ultraderechista Liga del Norte de Bossi y a Fini de Alianza Nacional, llegando al gobierno y abriendo campo a opciones muy extremistas como Fiamma Tricolore o Forza Nova.
La crisis económica, la corrupción , el agotamiento de las opciones democráticas de izquierda y derecha, junto con una globalización más que cuestionable, regresiva en derechos civiles y sociales, generadora de grandes bolsas de protesta que desdicen la unanimidad con que se presenta y sobre todo, un más que cuestionable proceso de integración y construcción europea, hegemonizada y liderada con escasa sensibilidad social, muy al dictado de los grandes intereses financieros internacionales, abren todo un campo de posibilidades a una extrema derecha que va a añadir a su paquete de demagogia política antieuropeísta, xenófoba y antisemita: el miedo y el rechazo al islam en todo el continente, quebrando el principio democrático de libertad religiosa y alentando una islamofobia que justifica mediante la crítica a su sexismo y su estereotipación terrorista.
Las campañas xenófobas en Europa y el populismo ultranacionalista posibilitan resultados espectaculares en todos los países, en Suiza el Partido Popular alcanzaría el 29% del electorado, en Holanda, Wilders y su islamófobo Partido de la Libertad el 15,5%, en Hungría el Jobbik un 16,7% (en relación con una fuerza paramilitar que ataca y mata a gitanos). En Grecia, la ultraderecha entró en el Gobierno y el partido nazi “Aurora Dorada” crece de forma espectacular y los países nórdicos, referentes en cuanto a un estado de bienestar, verían como el Partido del Progreso Noruego alcanzaría el 23% de los votos, el partido extremista “Demócratas de Suecia” obtendría el 6%, la formación ultra “Verdaderos Finlandeses” un 19% y la extrema derecha danesa un 14%.
En las elecciones al Parlamento Europeo tras conseguir buenos resultados, aunque con notorias divisiones y disensiones, con denominaciones chocantes con su verdadera naturaleza, se agrupan como:“Alianza Europea por la Libertad”, “Movimiento Europa Libertades y Democracia” y “Alianza Europea de Movimientos Nacionales”, totalizando cerca de 30 diputados y obteniendo recursos económicos para sus partidos y fundaciones que permiten extender su propaganda y organización, incluso a partidos sin representación parlamentaria pero que internacionalmente están asociados a su grupo.
No obstante si esto ya era un problema, un peligro mayor es la contaminación de los partidos democráticos que agobiados por la pérdida de influencia abrazan sus tesis xenófobas. Sirva de ejemplo el referéndum sobre los “Minaretes” en Suiza, la absurda campaña sobre la “identidad francesa” animada por Sarkozy, las persecuciones y expulsiones de gitanos búlgaros y rumanos en Italia y Francia, los episodios de esterilización forzosa de mujeres romís en Eslovaquia y Chequia, la segregación como discapacitados mentales en Bulgaria, la alucinación del Mº del Interior británico que pedía “eliminar la ley de derechos humanos para facilitar la deportación de inmigrantes”, el anuncio griego de expulsión de inmigrantes enfermos o las palabras críticas y las negativas manifestaciones sobre la multiculturalidad de los jefes de gobierno británico y alemán.
Sorprende que en Irlanda, Malta, España y Portugal las opciones de la nueva extrema derecha no superen el 1% electoral. La explicación en el caso ibérico es obvia, pese a la extensión social de los prejuicios xenófobos, la proximidad histórica de las dictaduras de Franco y Salazar, las actuaciones criminales de los grupos neofascistas, la labor de la sociedad civil y de las instituciones, junto a otros factores, están influyendo de forma significativa en su desarrollo, ralentizando su crecimiento. Tan solo en Cataluña obtuvieron un resultado significativo, con 75.000 votos y 67 concejales, influyendo negativamente en las instituciones y contaminando a los partidos democráticos y avanzando una proyección potencial en las elecciones europeas que se ha de tener en cuenta. Merecería la pena analizar los errores que han contribuido a esta situación.
2.- El archipiélago de la violencia neonazi
Otra línea estratégica del neofascismo, muy presente en periodos anteriores como en los años 70, que actualmente parece consolidada, se basa en el ejercicio de la violencia contra colectivos diversos, especialmente inmigrantes y de izquierda, así como hacia otros objetivos elegidos (homosexuales, mezquitas, ong, sinagogas, instituciones…) al objeto de dañar, desestabilizar, atemorizar y mostrar la vulnerabilidad de la democracia, a la que mandan el mensaje de su destrucción total. Una estrategia que alentada desde internet, donde el protagonismo ultra esta fuera de duda, ayudando a interiorizar la violencia, a extenderla y normalizarla, a asumir incluso el ensañamiento como muestran los videos de agresiones subidos por los mismos neonazis.
Esta estrategia que no oculta su rostro, si matiza sus daños históricos, cual es el caso de los “negacionistas” que ponen en duda o niegan el Holocausto, las cámaras de gas y el exterminio de judíos, gitanos, homosexuales, opositores, discapacitados.. y de aquellos que el nazismo consideró “vidas sin valor”. Con un disfraz “revolucionario” recuperan el pasado nazi-fascista y lo adecuan a nuevos objetivos como el inmigrante y el musulmán, preparando a la militancia y anunciando como dice uno de sus dirigentes: “se aproximan los tiempos en los que de nuevo nuestra tierra nos va a pedir el esfuerzo y el sacrificio y la voz de la sangre nos llamará, una vez más, al combate”.
La emergencia de los skin-nazis, de los ultras del fútbol, los grupos de música racista, la ofensiva del ciberOdio, las asociaciones y partidos marginales de cobertura a grupos neofascistas, las distribuidoras de propaganda, merchandaising, armas, sus gimnasios y centros de entrenamiento… configuran un ecosistema destructor de la convivencia democrática e intercultural que protagoniza miles de incidentes, delitos y crímenes de odio. Incluso algunos hablan, teorizan y adoctrinan en la perspectiva de una inevitable y necesaria guerra civil europea de tipo racial y religiosa, que se ha de librar frente a la diversidad y en defensa de un proyecto de estados nacionales homogéneos étnicamente. Todo ello, en consecuencia, produce víctimas, miles de víctimas, incluso atentados terroríficos como el sucedido en Oslo.
El proceder de quienes apoyan la vía violenta contra la democracia es simple: se recluta en las gradas ultras del fútbol, se adoctrina en internet y se fanatiza en conciertos neofascistas, sin olvidar el tránsito por el entrenamiento para “el combate” y las salidas a la calle a “cazar” objetivos. Sucede en toda Europa, hablamos de los delitos y crímenes de odio protagonizados por una infinitud de grupúsculos, células, a veces satelizados detrás de partidos-vitrina legalizados que permiten sortear las leyes democráticas y disfrutar de financiaciones diversas. Redes de odio conectadas a nivel internacional como nos mostró la ilegalización definitiva por el Tribunal Supremo en España de las organizaciones Blood and Honour y Hammerskins, presentes en los dos lados del Atlántico.
Redes internacionales que se proyectan el Latinoamérica y donde los grupos españoles juegan un gran papel divulgador gracias a la lengua y a internet, conectando con ámbitos criminales como sucede con los grupos paramilitares en Colombia, con espacios neonazis de larga trayectoria como en Chile y Argentina, o con las milicias armadas existentes en Estados Unidos que salen a la caza del inmigrante hispano (mientras el Tea Party señala a demócratas y desafía la memoria de Martin Luther King). Todo esto sin olvidar como las redes se conectan con los ultranacionalistas de Europa del Este y los grupos neonazis, donde el año pasado, solo en Rusia se asesinó a 140 personas, en su mayoría inmigrantes.
3.- Conmoción por el terrorismo racista
Una gran conmoción europea sobrevenía en julio de 2011 con la matanza de 77 personas a manos de Anders Breivik un neofascista que quería anticipar, según sus criterios, la citada y difundida guerra europea civil, racial y religiosa. Estamos ante un crimen del odio en su más bárbara expresión terrorista, realizado por un fanático ultraderechista que hace del rechazo a los progresistas, a la democracia que acoge a la inmigración y a la tolerancia que integra la diversidad cultural y religiosa, el motivo de su crimen masivo. No es obra de un loco, puede que sea un psicópata profundo a partir de su fanatismo y odio, pero actúa cerebralmente para ejecutar su matanza, se alimenta del discurso de intolerancia a la diversidad, discurso que también proyectan partidos y organizaciones de una nueva extrema derecha que hace de la xenofobia, el racismo, el odio al Islam y la criminalización de la democracia, especialmente a los progresistas, el “chivo expiatorio” de su arianizada visión.
Hay precedentes, no es la primera vez. El atentado cometido por el ultraderechista Timothy McVeijht en Oklahoma, tras explotar un camión de explosivos y asesinar a 168 personas, dejó un terrorífico mensaje de sangre: podemos actuar como “lobos solitarios”. Elevado al santuario del yihadismo nazi, McVeight ha sido emulado por otros asesinos masivos, como muestran numerosos sucesos, algunos en centros escolares de Alemania, Finlandia y Norteamérica. Sin embargo los olvidamos con asombrosa rapidez, como el perpetrado en Tucson (Arizona) en enero de 2011, donde el neonazi Lougher realizó una matanza (6 muertos y 14 heridos) al objeto de asesinar a la congresista militante antirracista y demócrata Gabrielle Giffords, quien anteriormente había sido señalada por Sara Palin (Tea Party), en su discurso de odio por los valores que representaba.
Existe una comunidad virtual criminal de alcance transnacional, alimentada a través de internet, que busca su razón de existir en el discurso de la intolerancia, que accede a una logística de fácil acceso a las armas y explosivos en múltiples escenarios, especialmente en la red, y que comete crímenes de odio, incluso en su expresión terrorista. La base de su autosatisfacción es el miedo y el horror que provocan en la sociedad democrática y humanista que quieren destruir, además de su protagonismo personal cuyo ego es aumentado por el impacto mediático y la atracción de su malignidad hacia otras personas de similar catadura. Esa comunidad virtual tiene proyección global y se hace visible en Europa, también en España. No son locos, son fanáticos antidemocráticos, contrarios a la realidad multicultural, que se han construido, formado en la intolerancia y que han bebido de estrategias como la “Resistencia sin líder” ideada en los años 60 por el coronel norteamericano y anticomunista, Iulius Amos, ahora muy utilizada por el yihadismo y los neonazis.
El “lobo solitario” es un aspirante a genocida y funciona en esa comunidad virtual del ciberOdio que se alimenta de la biblia ultra: “Los Diarios de Turner”, escrita por el nazi William Pierci, cuyo consumo mundial ha superado los cinco millones de ejemplares. El relato del horror de esta novela puede ser una realidad que se expanda, solo necesitan gente que lo asuma con determinación cuya recompensa será la fama por aterrorizar al mundo. Inspirados en este manual del horror, como en otros manuales neonazis tipo “resistencia sin líder”, los criminales sin organización pueden causar tragedias de miles de víctimas y por extensión del conjunto de la sociedad. Y como lo saben, lo hacen.
Ejemplos recientes de actuaciones en clave de “resistencia sin líder” fueron conocidos por la detención de una clandestina célula neonazi en Alemania con gran cantidad de armas y explosivos. Durante 10 años de crímenes de odio, asesinaron a ocho comerciantes turcos y uno griego, protagonizaron atracos a bancos y atentados con bombas a inmigrantes, 22 de ellos con gravedad. La misma matriz delictiva, de acción individual (que no aislada), la protagonizó un neofascista italiano de la ultra Casa Pound, Gianluca Cassieri, que asesinó a tiros el pasado mes de diciembre en Florencia a dos vendedores ambulantes senegaleses e hirió de gravedad a tres más. Y también lo practica el terrorismo alqaedista, la otra cara de la moneda de destrucción democrática, como reitera el atentado en Tolouse.
Sin embargo vuelve a sorprender la nula detección del problema por las fuerzas de seguridad. Ancladas en los viejos clichés de las organizaciones terroristas y del antiguo fascismo no acaban de comprender las claves de la nueva ultraderecha y de su intolerancia criminal en un mundo globalizado de interconexión sin límites a través de internet. Sobradamente advertidos por quienes conocemos la tragedia por sus efectos hay pistas que deben llevarles a entender con urgencia porqué matan de esta manera.
4.- Una Europa indolente frente al discurso de la intolerancia y los delitos de odio
Sin duda vivimos tiempos de crecimiento de la intolerancia, principal amenaza del siglo XXI. Junto al descrédito del sistema democrático y la propagación de las ideas totalitarias, transitamos un momento histórico donde se ataca a los valores democráticos desde diversas perspectivas como el integrismo fundamentalista, el ultranacionalismo excluyente y los neofascismos recuperados, entre otras. En todas estas perspectivas se fomentan identidades compulsivas y criminales y todas ellas, no parecen dañar el modelo de acumulación de capital basado en la globalización neoliberal. Justo al revés, la actividad intensa de los grupos antidemocráticos, dificulta la redistribución social de la riqueza y la participación democrática y alimenta en todos los lugares el racismo, la xenofobia, el antisemitismo, la islamofobia y otras expresiones de intolerancia, acabando por incitar al todos contra todos. Es el síntoma de la triple crisis que azota a nuestras sociedades, la crisis financiero-económica generadora de pobreza en el sur y en la periferia, la crisis del estado del bienestar y su progresivo desmantelamiento y la crisis de proyecto democrático y social que limite el abuso a los poderosos, a las oligarquías financieras internacionales. La consecuencia en Europa ya es conocida, endurecimiento de la política migratoria alentada por la nueva ultraderecha y demonización del diferente contra quien se atiza el odio.
Alarmados por el crecimiento de la intolerancia y sus manifestaciones de racismo, xenofobia y otras expresiones de odio y discriminación religiosa o por convicciones, diferentes organismos internacionales reaccionan y nos recuerdan el deber de reaccionar en defensa de principios fundamentales recogidos en la Carta de Naciones Unidas y en la Declaración Universal de los Derechos Humanos, como la dignidad y la igualdad de la personas así como el respeto y libertades fundamentales de todos, sin distinción racial, de sexo, idioma o de religión. Un mandato para el compromiso con el fundamento mismo de una sociedad democrática, los principios de no discriminación y de igualdad de trato y ante la ley, así como el derecho a la libertad de pensamiento, de conciencia, de religión o convicciones. Algo que choca con la difusión de prejuicios y tópicos de quienes con discursos muy peligrosos en campañas electorales, dañan la convivencia democrática, la cohesión social y la integración intercultural, y quienes desde la indolencia institucional, por ejemplo, no aplican la Decisión Marco de Derecho Penal contra el Racismo y la Xenofobia aprobada por el Consejo de la Unión Europea, dejando sin sanción la incitación al odio y el negacionismo, como sucede en España, y encontrando en Internet su lugar privilegiado desde donde potenciar la hostilidad racista, el hostigamiento hacia las mezquitas y sinagogas, las campañas que violan la dignidad y derechos de inmigrantes, minorías y del conjunto de la sociedad, así como un sinfín delictivo que ratifica la existencia de este espacio de impunidad. De igual manera y por congruencia institucional, actuaciones discriminatorias tipo identificaciones de seguridad por perfil racial o étnico o por cualquier otro factor de identidad del afectado, son inaceptables y deben ser urgentemente descartadas.
Hay que recordar la advertencia de la Academia Universal de la Cultura, tras el llamamiento de la UNESCO en 1995, en las palabras de su portavoz Elie Wiesel, superviviente de Auschwitz y premio Nobel de la Paz, que afirmaba que la Intolerancia “no es solamente el vil instrumento del enemigo, sino que ella es el enemigo mismo”. Es la antesala del odio y la violencia, insistiendo en que tanto la intolerancia como el fascismo conducen inevitablemente a la humillación del prójimo y con ello a la negación del ser humano y sus posibilidades de desarrollo. Las manifestaciones de Intolerancia consagran como valor común, no a la persona con sus propias y diversas identidades, sino a la propia identidad enfrentada a la de los demás, a quienes no acepta y niega respeto y dignidad. Es el denominador común de manifestaciones de odio racial, nacional, sexual, religioso u otros comportamientos que discriminan, segregan, agreden o incitan a ello, contra grupos, minorías o personas por el hecho de ser, pensar o actuar de modo diferente.
Pero ¿cómo se puede combatir la intolerancia? Se sabe cómo enfrentarse al fascismo porque constituye un sistema, una estructura, una voluntad de poder y hay que desenmascararlo, rechazarlo, repudiarlo, excluirlo de las sociedades democráticas. Sin embargo, como afirma la Academia, con la intolerancia es más complicado por ser sutil, por ser una disposición común que anida potencialmente en nosotros y porque es difícil identificarla y detectar sus rasgos. La alimenta el prejuicio y ya decía Einstein “es más difícil neutralizarlo que dividir un átomo” pero lo grave, como señala la Academia, es su ductilidad porque la intolerancia no forma parte de un sistema, de una religión, ni de una ideología, sino de la propia condición humana, estando presente en cada uno de nosotros, penetrando con una profundidad mayor que cualquier ideología, encontrándose en el origen mismo de fenómenos de índole distinta y si se transforma en un hecho colectivo, no solo socava la convivencia democrática, es una amenaza para la paz mundial. De ahí la importancia de prevenirla y educar en valores democráticos de Tolerancia, Solidaridad y Derechos Humanos.
5.- Estrategia Integral contra el Racismo, la Xenofobia y la Intolerancia
En España la Estrategia Integral aprobada a finales de 2011 por el Gobierno, reconoce la existencia de este problema que se extiende en Europa y que también está presente en nuestro país dañando a colectivos de inmigrantes, a la comunidad gitana y a otras minorías étnicas y sociales, así como la convivencia y la paz social El documento, aunque le falta globalidad respecto a las manifestaciones de intolerancia, hay que valorarlo positivamente no solo en el reconocimiento del problema, sino porque la línea desde la que se aborda que es congruente con las recomendaciones internacionales y europeas, recogiendo las principales medidas de sensibilización, reformas legales y actuación en defensa de las víctimas de delitos de odio.
La prevención del racismo y la xenofobia, así como en la Protección a las Víctimas, son incorporaciones esenciales de la Estrategia Integral y es de agradecer que se hayan tenido en cuenta reivindicaciones reiteradas de las organizaciones antirracistas y de derechos humanos como impulsar la creación de las Fiscalías de delitos de odio y discriminación, y la incorporación para reforma del Código Penal, de la Declaración Marco Europea de derecho penal en materia de racismo y xenofobia, aún no traspuesta.
Desde Movimiento contra la Intolerancia se valora muy positivo que la Estrategia Integral interprete como prioritario la coordinación institucional con la sociedad civil, que se apoye explícitamente el papel de las ONG y se definan las medidas desde una perspectiva de Estado y de defensa de los derechos humanos, muy alejadas de cualquier interpretación partidista. Es una perspectiva de unidad democrática que hay defender y hacerla prosperar.
Hay que considerar importante que la Estrategia Integral se plantee resolver insuficiencias acumuladas por diferentes gobiernos en España, como es la inexistencia de una estadística sobre delitos de odio (reclamada por instituciones europeas), y una mayor especialización y formación en el servicio público, a este respecto. Internet, educación, deporte, empleo, vivienda, sanidad, comunicación y en general todos los ámbitos social, reciben medidas de protección frente a la discriminación racista y las diversas formas de intolerancia.
Sin embargo consideramos esencial que las organizaciones sociales y la ciudadanía, en especial los colectivos vulnerables, estén atentos a la aplicación significativa de la Estrategia, de forma que la xenofobia, el racismo, la islamofobia, el antisemitismo, las nuevas expresiones populistas identitarias y neofascistas, la homofobia y otros hechos de intolerancia asociados, así como el especial apoyo a las víctimas, su memoria y a las organizaciones de derechos humanos que en su defensa trabajan, encuentren que la ruta en defensa de la dignidad y derechos es recorrida con toda garantía.
6.- Un programa que hay que alcanzar en toda su extensión
No obstante, los instrumentos jurídicos deberían ser reforzados con vistas a que se reconozca claramente la gravedad de los crímenes de odio y la urgente necesidad de prevenirlos, sancionarlos y proteger adecuadamente a las víctimas. El camino que se ha de recorrer se puede sintetizar en:
1.- Reconocimiento de la especificidad del delito de odio mediante la incorporación en los atestados y denuncias de la significación de todos los indicios y señalamientos por parte de las Fuerzas de Seguridad que permitan la identificación como tal de ese delito. Modificación del discurso institucional que banaliza el problema reduciéndolo a una cuestión de “tribus urbanas y marginalidad”, sin reconocer el delito de odio y la violencia neonazi.
2.- Generación de estadísticas oficiales por parte del Ministerio del Interior de los delitos de odio que se están cometiendo en nuestro país. Al contrario que los que ocurre en muchos países de la Unión Europea, en España no tenemos estadísticas oficiales de este problema y de manera reiterada diferentes organismos internacionales y europeos así se lo reclaman al Gobierno de España. Solo cinco países europeos no realizan estadística de delito de odio.
3.- Apoyo integral a las Víctimas de Delitos de Odio. Durante todo el proceso de victimización, incluido el apoyo humanitario. Puesta en marcha de protocolos policiales para el trámite de las denuncias, que tengan en cuenta la vulnerabilidad de las víctimas de odio, la necesidad de dar protección a las mismas durante todo el proceso y las garantías en su denuncia de no proceder a medidas de expulsión en el caso de inmigrantes sin papeles. Incorporación de medidas de seguridad y protección, en los mismos protocolos, para testigos y ONG de apoyo a las víctimas, que sufren victimización subsiguiente en el proceso de personación en los procedimientos judiciales.
4.- Apoyo a la Memoria de las Víctimas de los Crímenes de Odio y compromiso de trabajar contra el olvido, en especial en el recuerdo de la mayor tragedia europea, el Holocausto, hoy puesta en cuestión por los falsificadores de la historia, autodenominados revisionistas o negacionistas, quienes no son más que pro-nazis encubiertos.
5.-Cierre de webs racistas y neonazis y aplicación del art. 510 del Código Penal a quienes por Internet, inciten al odio, a la discriminación, a la violencia o a cualquier otra manifestación de intolerancia criminal. Ilegalización de los grupos ultras del fútbol que promuevan el racismo, la violencia y la intolerancia. Prohibición de conciertos de música de odio y manifestaciones o actividades que promuevan o alienten la xenofobia, el racismo y la intolerancia criminal. Ilegalización de organizaciones, entidades y partidos políticos que promuevan la discriminación, el odio, el racismo, la xenofobia o cualquier otra manifestación de intolerancia punible.
6.- Reforma del Código Penal y adecuación a los mandatos europeos. Mejora de la legislación en materia de racismo e intolerancia y protección de la igualdad de trato. Aplicación de la legislación penal a quienes cometan delitos de odio contra las personas y el ejercicio de los derechos humanos, considerando también, tal como ha señalado la Fiscalía, en Septiembre de 2009, que incluso alguno de dichos delitos pueden ser tratados como delitos de terrorismo por aplicación del artº 577 del Código Penal, porque los grupos neonazis, aunque no estén encuadrados como tal, sus actos criminales tienen el propósito de aterrorizar a «colectivos políticos, sociales o profesionales y a determinados sectores de la población identificados por su etnia, religión, ideología u orientación sexual».
7.- Creación de unidades policiales especializadas contra los delitos de odio, con capacidad de incidencia estatal y europea, bien dotadas y formadas, para neutralizar y prevenir la formación de grupos neonazis y racistas que investiguen no solo a los grupos violentos sino también, su entorno y sus fuentes de financiación.
8.- Creación de Fiscalías especializadas delitos de odio y discriminación en todas las provincias de España, también para Internet, asumiendo esta perspectiva el Fiscal de Sala del Tribunal Supremo. Impulso a la formación de los operadores jurídicos en materia de racismo, intolerancia y delitos de odio y discriminación.
9.- Planes permanentes e integrales contra del racismo y la intolerancia basados en el concepto de sensibilización preventiva y la difusión del valor de la Tolerancia y los Derechos Humanos. Incremento de programas con proyección escolar de sensibilización preventiva de la discriminación, el odio y la violencia por motivos xenófobos, racistas, islamófobos, antisemitas, homófobos y en general de intolerancia, promoviendo la participación y colaboración con las organizaciones sociales. Fomento de la Educación para la Tolerancia.
10.- Impulsar la formación y sensibilización intercultural para funcionarios, agentes públicos y privados, que participan en ámbitos donde se producen situaciones de discriminación e intolerancia.
11.-Potenciar el apoyo a las organizaciones sociales que trabajan en defensa de las víctimas del racismo, el odio y la intolerancia, a fin de fortalecer su papel de servicio, amparo y denuncia en los diferentes ámbitos judiciales y sociales donde desempeñan su labor.
12.- Fomentar una estrecha cooperación entre las autoridades públicas a todos los niveles y la sociedad civil en su conjunto, con vistas a favorecer la defensa de la dignidad de las personas y los derechos humanos, la igualdad de trato y la no discriminación, la erradicación del odio, el racismo y la intolerancia, en todas las políticas y en todas las instancias mediante todo tipo de iniciativas y encuentros.
Una sociedad democrática que quiera avanzar en el respeto a los Derechos Humanos exige una específica Ley Integral contra la discriminación y los delitos de odio que genere y ampare instrumentos frente al mismo (policía especializada, fiscalías, estadísticas..), que dote de protección eficaz a la víctima, garantice políticas institucionales, estrategias integrales, planes y medidas contra la intolerancia y sus manifestaciones (xenofobia, racismo, islamofobia, antisemitismo, homofobia, misoginia…), también requiere de una actuación decidida de la Justicia y como no, de un compromiso social colectivo para evitar aquello que expresaba Martín Luther King: “tendremos que arrepentirnos no tanto de las acciones de la gente perversa, sino de los pasmosos silencios de la gente buena”.