Esteban Ibarra

Movimiento contra la Intolerancia, por los Derechos Humanos

[Opinión] La hispanofobia puede ser un delito de odio

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Hay quienes aún se preguntan, ¿qué es eso de la hispanofobia? Pueden hacerlo desde una profunda ignorancia, incluso también, por una indeseable provocación.

Sin embargo, la realidad hispanófoba está presente y amenaza la convivencia democrática, enfrenta a la ciudadanía hispana y puede transitar por un sinfín de situaciones que, desde una matriz de intolerancia al prójimo, al que no acepta por su identidad hispana, puede alcanzar la comisión de actos de discriminación y delitos de odio, incluidos crímenes irreparables, en un proceso radical de polarización y fanatismo.

La hispanofobia se muestra como fobia, rechazo, desprecio, no aceptación, irrespeto, aversión a España y a la Comunidad Hispanahacia los españoles e inmigrantes de origen hispano, a su cultura y lengua, a sus referencias históricas, sociales, y políticas; su condición de hispano-parlante y su acervo histórico-cultural compartido es objeto de intolerancia.

Si a una persona la agreden o violan sus libertades y derechos fundamentales por motivo de su relación, pertenencia o identidad con España o con la Comunidad Hispana, estamos ante un delito de odio.

La matriz hispanófoba de numerosos sucesos de violencia racial en EE.UU. y de delitos de odio en España está evidenciada a simple vista; de igual manera sucede con una pluralidad de conductas discriminatorias, violentas y crímenes de odio por motivo ideológico radicados en la hispanofobia en otros países del mundo.

Es una realidad con origen externo o interno como muestran los hechos de racismo y xenofobia o las acciones de  organizaciones marcadas por el secesionismo o por la deconstrucción de España.

Negar su existencia, ya es una manifestación de hispanofobia.

Españoles e inmigrantes de origen hispano, toda la comunidad hispana, sufre estereotipos, prejuicios y conductas de intolerancia hispanófoba, además de xenofobia por su condición de extranjeros, tanto en determinados territorios en España como en otros países,  y por su pertenencia a esta comunidad lingüística-cultural pueden ser potencialmente víctimas de conductas de odio, hostilidad, discriminación y violencia por motivos raciales o étnicos, impulsadas desde diferentes vectores de intolerancia que amenazan a la convivencia democrática.

HISPANOFOBIA GLOBAL

La hispanofobia es un prejuicio que puede tener raíces ideológicas, culturales, políticas, racialistas o religiosas, dando origen y alimento a una xenofobia integral. Afecta globalmente la cohesión social de un país y a la integración de las personas de origen migrante hispanas.

Debe interpretarse en sentido amplio y de alcance global.

Las redes sociales así lo evidencian y los sucesos tras el asesinato racista de Glyn Floid permiten observar episodios contra los símbolos que  recuerdan a Cristóbal ColónMiguel de Cervantes y otros personajes históricos, contra personas  y comercios que lo confirman.

Desde un punto de vista histórico, la hispanofobia puede situar su origen en el siglo XVI y se vincula con la denominada «leyenda negra», como antecedente más remoto de la aversión a España, en un contexto de rivalidades imperiales, donde significativamente los gobiernos francés e inglés hostigaban y desprestigiaban las acciones de sucesivos gobiernos españoles.

Desde una perspectiva exterior tiene raíces en conflictos con anglosajones y protestantes, aunque en la América hispana creció al calor de los procesos de guerras por la independencia.

Afectó a miles de familias españolas de toda condición y con mayor severidad a los más humildes y de mayor arraigo en el país, en un contexto de creciente de hostilidad contra todo lo español.

La guerra entre España y EE.UU. fue un potente escenario donde se desarrolló la hispanofobia, gracias al periodismo difamatorio y al desprecio hacia el periodismo ético. Actualmente, la hispanofobia en EE.UU. hacia las personas de origen inmigrante hispano es la base de numerosos crímenes racistas.

Desde una perspectiva interior se configura a finales del siglo XIX conforme se desarrollan principalmente los nacionalismos catalán, vasco y, posteriormente, gallego, siendo la base para sus construcciones ideológicas.

Surge en un contexto de emergencia de los Estados-nación y de crisis de la conciencia nacional española puesta de manifiesto con la pérdida de las colonias. Actualmente emerge  alimentado por  sectores radicalizados del independentismo. Expresiones como botifler”, “charnego”, “maketo”, “txakurra”, “puta España”, “lengua de las bestias”, “asco de españoles” y otros estigmas o difamacionesque apuntan a la deshumanización y a la cosificación de las personas, atacan  la dignidad que fundamenta los derechos humanos.

EL CLIMA DE INTOLERANCIA PRECEDE AL DELITO DE ODIO

El discurso de intolerancia suele conllevar la estigmatización del diferente atribuyéndole una condición, rasgo o comportamiento que hace que su portador sea rechazado socialmente y categorizado culturalmente como inaceptable o inferior.

La estigmatización provoca la deshumanización del «otro» y de sus semejantes, abre la puerta a la aversión y a su despersonalización a través de caricaturas estereotipadas.

Una muestra de ello puede ser el artículo «La llengua i les bèsties»,u otros mensajes emitidos en diferentes momentos, incluidos en la pandemia. Hablar castellano hoy es reprochado en determinados ámbitos sociales e institucionales y puede ser perseguido, como anteriormente sucedió con la lengua catalana en la dictadura franquista.

Esta es una de las manifestaciones crueles preocupantes, y absurdas, de hispanofobia.

Pero también el discurso de intolerancia puede incitar, alentar, promover o difundir por cualquier medio el odio al diferente, ese sentimiento humano –negativo– de antipatía y aversión hacia alguna persona o grupo social cuyo mal se desea y que, en sus manifestaciones más extremas, puede llevar al exterminio. La incitación al odio, motivado por cualquier forma de intolerancia, no necesita provocar un hecho.

Es la propaganda que precede a la acción, difundida por Internet, música y otros medios donde se ataca la dignidad y derechos de las personas, como es la acusación de chivo expiatorio para culpar de hechos traumáticos o culpar de problemas sociales a determinado grupo de personas  como víctima propiciatoria.

Es una política deliberada de demonización de un individuo, grupo o país por cosas que realmente ellos no han hecho. Actitudes prejuiciosas y actos discriminatorios dan naturaleza a los chivos expiatorios.

Así, miembros de grupos mal vistos son despedidos de empleos, casas…, y privados de derechos políticos o sociales. El «chivo expiatorio» puede sufrir violencia verbal y física, incluso la muerte.

De igual manera que las conductas racistas y xenófobas han de erradicarse, también la hispanofobia y el supremacismo identitario que alientan posiciones excluyentes y antidemocráticas y que igualmente incitan y provocan conductas de estigmatización, hostilidad, discriminación y delitos de odio, no solo son rechazables, deben denunciarse si son ilícitos para hacer prevalecer los principios de legalidad y tutela judicial efectiva que inspiran toda democracia.

LA HISPANOFOBIA PUEDE SER UN DELITO DE ODIO

Más allá de las legítimas posiciones políticas de cada cual, están los hechos que puedan ser delitos de odio y que nunca pueden tener justificación en razón ideológica, ni disfrutar de permisividad alguna porque nadie puede estar desamparado en la protección de su dignidad, libertades y derechos fundamentales.

La hispanofobia es una grave expresión de Intolerancia y puede ser un delito de odio.

Hechos como las amenazas y agresiones a periodistas, a militantes de partidos constitucionalistas y allegados, coacciones y golpes a profesores y estudiantes que no aceptan imposiciones políticas, la quiebra de libertad deambulatoria a ciudadanos, espionaje y  humillación a escolares,  en definitiva,  suspensión de libertades y derechos por la fuerza, pues nunca será  “pacifico” por más eufemísticamente que lo diga quien lo justifique.

Y hay que añadir ataques a miembros de las fuerzas y cuerpos de seguridad y a sus familias,  a instalaciones y sedes de partidos, a empresas, quema y destrucción de mobiliario urbano, incluso acciones relacionadas con terrorismo, sin olvidar todas las manifestaciones de discurso de odio en internet y redes sociales, que evidencian que estamos ante una eclosión de infracciones a la seguridad ciudadana y delitos de odio por motivo ideológico.

Sirva de ejemplo los numerosos  incidentes de odio recogidos en los informes del Observatorio Cívico de la Violencia Política en Cataluña deben ser interpretados como delitos de odio por motivos ideológicos.

Sea la persecución de militantes y ataques a las sedes de partidos políticos, a sus actos, a sedes sociales de asociaciones, sindicatos y empresas, a periodistas y medios, a referentes de opinión, a sus patrimonios, todo por su condición ideológica.

No quedan fuera de esta categoría las amenazas y agresiones a personas por sus convicciones –como ha sucedido con los jóvenes de S’ha Acabat!–, la violencia para impedir la libertad de manifestación, el acoso y el ciberodio, la larga lista de amenazas y agresiones, son delitos de odio.

Toda infracción penal afectada por la circunstancia que agrava la responsabilidad criminal en el 22.4 del Código Penal es delito de odio«Cometer el delito por motivos racistas, antisemitas u otra clase de discriminación referente a la ideología, religión o creencias de la víctima, la etnia, raza o nación a la que pertenezca, su sexo, orientación o identidad sexual, razones de género, la enfermedad  que padezca o su discapacidad».

A su vez, la incitación directa o indirecta al odio por estos motivos está considerado un delito, cuyo bien jurídico protegido es la dignidad humana y las libertades y derechos fundamentales recogidos en la Constitución española y en la Carta Internacional de Derechos Humanos.

El artículo 510 del Código Penal recoge la incitación al odio, discriminación, hostilidad y violencia y debe prestarse atención a la hostilidad e interpretarla como conducta deliberada, abusiva y agresiva contra una persona o grupo que puede reflejarse mediante acciones injuriosas o calumniosas, expresiones verbales o acoso directo (escraches) que buscan degradar, dañar la dignidad, intimidar o amenazar a la persona hasta causarle un daño físico o psicológico, frecuentemente con intención de exclusión.

La hostilidad ideológica impide el pluralismo político y la libertad de opinión y de conciencia.

Y de igual manera con los siguientes, incluido el artículo 515.4 relativo a las organizaciones ilícitas.

Afirmamos que libertad de expresión no es libertad de agresión y en consecuencia, se debe denunciar el discurso y los delitos de odio por Hispanofobia que sufran personas o entidades, a efecto de proceder a iniciar las acciones legales en el ámbito judicial que protegen las libertades y derechos de todos los ciudadanos españoles.

LA HISPANOFOBIA DEBE DE SER ERRADICADA

Aunque hay gente que considera que estamos en España, bien por naturaleza o  por genes, condenados al enfrentamiento y a la intolerancia, es una mala tesis hay que rechazar. Esta predeterminación fue negada por “el viejo profesor”, Enrique Tierno Galván, en su artículo de 1961, la intolerancia de los españoles, donde apostaba por la convivencia construida en la confianza de nuestros conciudadanos, y afirmaba: «No somos los españoles gente al margen de la cultura europea, incapaces de adaptarnos a los esquemas de convivencia política comunes a los países más civilizados. Nada llevamos en la “masa de la sangre”, ni ningún encantamiento sostiene nuestros rencores. La tesis comodísima de que somos una excepción es por completo falsa. No somos más excepción que Inglaterra, Francia o Alemania comparada entre sí. Somos unos europeos más, como en tantas ocasiones han demostrado nuestros emigrados y la propia cultura española dice».

Desde un enfoque de derechos humanos, y no puede ser otro, a su vez compartido y positivado en la Constitución española y en los Tratados europeos, emergen mandatos que incumben a todo nuestro universo de país, de donde derivan estas exigencias:

1. – Educar en defensa de la dignidad de la persona y los derechos humanos, para la Tolerancia, la fraternidad y solidaridad entre los seres humanos.

2.- Dotarnos de una Ley Integral para la Protección Universal de las Víctimas de los Delitos de Odio.

3.- Denunciar la discriminación y los delitos de odio, incluida la hispanofobia.

La hispanofobia es una grave expresión de Intolerancia y carece de sentido humano esta conductas entre nuestros semejantes-diferentes y por tanto vivir en términos de identidades enfrentadas.

Hemos de construir convivencia basada en los valores humanistas y democráticos cuya raíz no puede ser otra que la planteada en la Declaración Universal de Derechos Humanos (1948) que en su primer párrafo lo dejaba muy claro: “Considerando que la libertad, la justicia y la paz en el mundo tienen por base el reconocimiento de la dignidad intrínseca y de los derechos iguales e inalienables de todos los miembros de la familia humana”. 

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