Europa se enfrenta, una vez más, a la realidad impactante de los incidentes y delitos de odio racistas, antisemitas, xenófobos anti-musulmanes y otros crímenes de odio, además de un clima de intolerancia que se expande. Actos atroces, precedidos y precipitados por el discurso de odio que se extiende por Internet y las Redes Sociales, acompañados de prácticas desinformativas, bulos, fanatización y otros elementos que, incluso en contextos de pandemia y encierros, vaticinan graves problemas. La difusión de la retórica tóxica de los extremismos deviene en conductas violentas. Las amenazas contra la democracia y las perspectivas totalitarias asoman sin reparo en horizontes que no se sitúan nada lejanos.